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'Traidores' de Jon Viar: la historia de una familia, el pasado de un país.

En 1969, un joven Iñaki Viar coloca un artefacto explosivo en la Bolsa de Bilbao. Tras el conocido Proceso de Burgos, Viar entra en prisión con una condena de 20 años, reducida a nueve tras la Amnistía de 1977.


Arrepentido de haber formado parte de los primeros años de existencia de la banda terrorista ETA, Iñaki sigue con su vida arrastrando, tanto él como su familia, un pesar que le acompañará siempre. Hoy, su hijo Jon Viar quiere compartir con el documental Traidores la mirada hacia atrás de su padre y otros compañeros que pronto dejaron atrás el terrorismo siendo considerados, precisamente, traidores por ambos bandos. Si es que solo hubo dos…







La verdad de los Viar


Con 8 años, en 1993, Jon Viar descubre que su padre, psiquiatra de profesión, formó parte de la banda terrorista ETA durante los comienzos de su formación. Desde entonces lucha por comprender el contexto político y social, el pasado de su familia y la historia de su pueblo. Una historia que llevó a muchos jóvenes a unirse a una formación terrorista que durante décadas sembró el terror en toda España, especialmente en el País Vasco.


Traidores es el resultado de la búsqueda de la verdad y la comprensión de Jon Viar. Es la exposición sincera de una vida condenada por el pasado. La desnudez valiente y cruda de una familia cuyo álbum de fotos muestra caras muy conocidas de la historia del nacionalismo vasco y la sangre que le acompañó durante décadas. Traidores es la verdad de la familia Viar. La de aquellos que, junto a Iñaki, buscaron una redención o, al menos, una paz interior que les permitiera vivir con el hecho de haber alimentado el inicio de lo que durante años se vieron obligados a presenciar con pavor: atentados, asesinatos y familias tan destrozadas como las suyas.


Películas caseras


Iñaki Viar es un cinéfilo empedernido, pasión que trasladó a su hijo Jon, quien desarrolla su carrera profesional en este sector. Sus primeros pasos los da a través de películas caseras rodadas con un interesante instinto prematuro. Este instinto, pese a las limitaciones técnicas, se puede detectar con facilidad durante el documental Traidores.


Estas pequeñas grabaciones son claramente su primer intento por estudiar y comprender lo que ocurre a su alrededor. Jon escenifica asesinatos y atentados que se van sucediendo a lo largo de su adolescencia y juventud. En Traidores estas pequeñas piezas se intercalan con la narración con mucha inteligencia, creando una empatía y asombro en el espectador muy potentes.


La familiaridad que nos evocan esas imágenes nos traslada a nuestros salones, donde cenábamos frente al televisor. Aquella pequeña ventana doméstica a través de la que fuimos testigos del atentado de Hipercor, de la casa Cuartel de Zaragoza, del secuestro de Ortega Lara o del asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido… Esas grabaciones caseras representan a la perfección lo que éramos en aquellos años: una sociedad perdida, casi infantil que, con el corazón en un puño, solo trataba de comprender.





Nuestra historia


‘Quien no conoce su historia está condenado a repetirla’, frase que esconde una verdad casi amenazante. El documental Traidores es una baza tremenda para que no caigamos en una eterna condena. Pero también nos muestra como nuestro pasado, el de nuestra familia o el de nuestro país puede llevarnos a cometer errores muy similares una y otra vez.


Desde el punto de vista íntimo que Jon consigue crear escuchamos los testimonios de aquellos que formaron parte, junto a su padre Iñaki, del grupo de traidores que, tras años de enfado inculcado, llevaron su impotencia hacia el único camino que creyeron posible. Jon Viar les facilita un entorno en el que se expresan con total libertad y cercanía, dándonos la sensación de estar charlando nosotros mismos con ellos. Boquiabiertos nos quedamos, por ejemplo, ante la triste anécdota de un profesor que tuvo que infundir entre sus alumnos el rechazo al asesinato como concepto de solución. Jon Viar sabe manejar con maestría el mensaje que quiere transmitirnos, la historia que quiere contar dando la sensación, incluso, de no importarle si alguien querrá escucharla o no.



Traidores… ¿a quién?


Tras renegar de ETA el camino no termina, ni mucho menos. Traidores no es la narración de aquellos que abandonaron la banda tras comprender en qué se estaba convirtiendo. Ni siquiera es el relato de un niño de ocho años que descubre que su padre formó parte de la banda terrorista. Va mucho más allá.


Traidores es el espejo en el que aún nos da miedo mirarnos, aquel que dejamos cubierto con un velo hace décadas. Traidores es la certeza de que demasiados salieron beneficiados del capítulo más terrorífico de nuestra democracia. La condena de quienes vivieron abrazados al pánico como única compañía. Traidores es la historia de una etiqueta (exacto, la de traidor) impresa desde unos bandos y otros, desde una trinchera y la otra.


Traidores es el miedo a arrancar el coche, a pasear de la mano con tus hijos por las calles cercanas a tu hogar. Es el pesar de quien tiene que dar una terrible noticia frente a una cámara y regresar a casa con la eterna carga a la espalda. Traidores es un pueblo a quien el resto del país dejó en la estacada, un pueblo que aún hoy grita por ser escuchado con la intención, al menos, de que no se olvide. Traidores es Jon Viar y su padre, Iñaki Viar, frente a una cámara, teniendo esa eterna charla que siempre flotó y flotará sobre sus cabezas.

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